En la portada del 28º Congreso SETH, aparece una parte del conjunto escultórico dedicado a los raqueros de Santander.
Los raqueros fueron niños marginales, huérfanos o de extracción humilde, que frecuentaban los muelles de dicha ciudad durante el siglo XIX y principios del XX sobreviviendo de pequeños hurtos y de las monedas que los pasajeros y tripulantes de los barcos arrojaban al mar para que las sacasen buceando.
Con el tiempo, estos niños llegaron a ser una atracción. Pescaban y pasaban el día en el muelle, bañándose generalmente desnudos o semidesnudos. La gente les tiraba monedas al agua para que las sacaran buceando, y se les pagaba por rescatar cosas que caían desde el muelle.